En la ciudad
de Córdoba vivía una mujer con su hijo. Él decidió un día salir con la mujer de
un aceitunero, pero para ello necesitaba dinero. Se lo pidió a su madre, pero
esta se negó. El hijo insultó a su madre e incluso le pegó y por último le
quitó el dinero que se le antojó. Fue a buscar a su querida.
La madre
llena de dolor por la acción de su hijo se hincó de rodillas y pidió que fuese
castigado, desde el dolor de ese momento, aunque su corazón no quería que le
pasase nada.
Los dos
enamorados salían juntos por la puerta de Colodro, cuando vieron un portillo
abierto y decidieron entrar para el logro de sus deseos. De repente se cayó la
pared más cercana a ellos dejándolos completamente apastados.
A la mañana
siguiente mucha gente fue a aquel lugar, incluida la viuda, la cual contó lo
ocurrido con su hijo.